GOLF
Triunfo de Tiger Woods en Augusta
Tiger Woods elevó aún más su estatus de leyenda del deporte este domingo con una victoria cuyos ecos resonarán hasta el final de los tiempos en el Augusta National.


En el campo en el que emprendió su revolucionaria obra en 1997, completó media vida después una reaparición sin parangón en la historia del deporte. En este mismo lugar confesó a sus íntimos hace dos años que estaba "acabado para el golf". La espalda, entonces, apenas le permitía estar sentado en la tradicional Cena de Campeones.
A la tercera fue la vencida para Woods, que había rozado con los dedos el triunfo en sus dos últimos grandes. En el British Open lo dejó escapar tras unos primeros nueve hoyos de ensueño. En el PGA Championship se lo arrebató Brooks Koepka, representante de tantas y tantas generaciones de jugadores que llegaron al golf atraídos por su magnetismo. En ambos casos había salido a cuatro de la cabeza y le habían bastado nueve hoyos para asaltar el liderato. En esta ocasión partía a dos, pero por delante estaba Francesco Molinari, quizá el peor rival posible. El italiano, un tipo aparentemente inmune a la presión, le había ganado el British y, meses después, y le amargó su regreso a la Ryder Cup en París. Salía líder en solitario y con 43 hoyos consecutivos sin bogey. Woods sabía por experiencia que le tendría que arrancar literalmente la chaqueta.A Molinari le conocen como 'La Máquina' por su capacidad para repetir una y otra vez el mismo golpe. No suele fallar el italiano, pero hoy lo hizo. De la primera salió con vida. La segunda le costó la chaqueta. El primer error llegó en el 12, el par 3 en el que llegan a confluir tres corrientes de aire diferentes. Se fue al agua y salió con un doble bogey. Abrió la puerta por ella entró Woods, pero también Xander Schauffele y Patrick Cantlay, un tipo cuyo triunfo se pagaba 60/1 el miércoles y que se puso líder en solitario tras su 'eagle' en el 15. El día hizo honor a la máxima que dice que el Masters de verdad arranca en los nueve segundos del domingo. Seis jugadores diferentes llegaron a ocupar el liderato en la segunda parte del recorrido y hasta 10 estuvieron apretujados en menos de dos golpes.Cuando el partido estelar llegó al 15 el marcador reflejaba un quíntuple empate en cabeza con -12. A Molinari, Woods y Schauffele se le acababan de sumar Brooks Koepka, que se rehizo de un doble bogey en el 12, y Dustin Johnson. Viéndolo en casa club estaba Jason Day, con -11. Sólo faltaba Jon Rahm para que la fiesta fuera completa. El español llegó a ponerse a uno de la cabeza con su birdie al 16, pero le faltaron hoyos para seguir escalando. Sus 68 golpes (-4), la mejor vuelta de la semana para él, le dejaron empatado en la séptima posición, su segundo Top 10 consecutivo
Molinari llevaba todo el día moviéndose en el alambre, especialmente por sus insólitos errores desde el tee. Y en el 15, el escenario de tantos dramas y tanta gloria, la cuerda se terminó de romper. Se fue al 'rough' de salida. Quiso buscar el green, pero la cabeza del palo se enredó en la hierba larga y la bola acabó en el fondo de Rae's Creek.Woods, que había compensado sus errores desde el tee con la magia de sus hierros, olió la sangre y afiló el colmillo. Ejecutó un golpe seguro a green y certificó el birdie con dos putts para encaminarse al 16 como líder en solitario por primera vez en el día. Las 'galerías' del National, repleto desde antes del amanecer en esta particular jornada final que se adelantó para evitar la tormenta, se venían literalmente abajo. Woods siempre fue un ídolo en Estados Unidos, pero su versión humanizada de los últimos años terminó de seducir incluso a sus pocos detractores. No había nadie en Augusta que no deseara su victoria.
En el 16 (par 3) se dejó un putt de birdie de apenas un metro con un hierro sensacional desde el tee. Tenía la victoria entre los colmillos y ya nadie se la iba a arrebatar. Al 17 se encaminó con dos de ventaja sobre Johnson, ya en casa club con -12, y Koepka y Schauffele, en el tee del 18.Koepka tuvo un putt de birdie para ponerse a un golpe, pero lo falló. El par del 17 le dio a Woods, que vestía el mismo polo con el que gan??o el US Open de 2008 -su último 'grande' hasta la fecha, margen suficiente para paladear el momento con el que soñó durante años y hace no mucho parecía inalcanzable. Lo habría sido, sin lugar a dudas, para cualquier otro ser humano.El inalterable rictus robótico que había exhibido desde el jueves se fue descomponiendo poco a poco conforme avanzaba por la calle del 18 hacia la casa club envuelto en ovaciones y gritos de "¡Tiger, te queremos!".Una corbata le arrebató el final soñado, pero daba igual. Woods se acababa de hacer eterno en Augusta.