El deporte argentino vive horas de profunda conmoción tras conocerse la noticia de la muerte de Juan María Traverso, el histórico piloto que marcó una era en el automovilismo nacional. El Flaco tenía 73 años y había sido diagnosticado con un cáncer de esófago meses atrás.
El nombre de Traverso vivirá por siempre en el deporte argentino. El Flaco dejó una huella indeleble en las competencias nacionales desde que debutó oficialmente en el automovilismo el 31 de octubre de 1971 en la Vuelta de Pergamino, hasta su retiro en el 2005. Casi un año después de su estreno formal en las carreras, obtuvo su primera victoria: fue un 29 de octubre de 1972 en Vuelta de 25 de Mayo.
Sería el inicio de una de las eras más exitosas en las pistas argentinas: cosechó siete títulos en el TC2000 (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993 y 1995), seis en la esfera del Turismo Carretera (1977, 1978, 1995, 1996, 1997 y 1999) y otros tres a nivel Top Race (1998, 1999, 2003). La última carrera que ganó fue un 22 de agosto de 2004 en Olavarría.
Si bien lo más trascendental de su trayectoria estuvo en estas ramas, Traverso también tuvo un paso por Europa en 1979 para integrar el team March de Fórmula 2 Europea y, además, durante la década del 90 se subió a los vehículos del Turismo Italiano. En 1988 le sumó otra perla a su vida y fue parte del Campeonato Mundial de Rally de Argentina con un Renault 18.
Más allá de que se bajó oficialmente de los autos de carrera, el Flaco estuvo vinculado hasta su último día al mundo motor porque era presidente de la Asociación Argentina de Volantes (AAV), la mutual de los pilotos que brinda cobertura médica a los corredores y licencias. Además tenía un centro de alto rendimiento en el Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez.
Protagonista de múltiples, y variadas, historias durante su paso por el automovilismo argentino, sin dudas que una de las más especiales fue el día que ganó una carrera con su auto en llamas. Un 3 de abril de 1998, el TC 2000 llegó a la Patagonia para celebrar una fecha en el autódromo de General Roca. Nadie esperaba que aquel día se viviría una de las hazañas más grandes del mundo fierrero local: el Flaco cruzó la meta con su cupé Renault Fuego en llamas.
“Ese tipo de cosas siempre pasaron, lo único que antes no había televisión. Para correr en autos cuando yo empecé, tenías que saber de mecánica porque en un Gran Premio si se rompía algo tenías que arreglarlo con tu acompañante. Esa vez se prendió fuego del lado de donde está todo el lubricante. Perdió una manguera y cayó sobre los escapes. Empezó a salir humo y supe que era aceite. Sabía que en algún momento se prendía porque los escapes estaban en rojo y por los agujeritos del piso lo venía mirando. Hablé por radio y les dije, ‘tengo una pérdida de aceite que cae sobre los escapes. Voy a seguir hasta que se la banque’. Cachi Scarazzini (su director deportivo por diez años) me dijo ‘ok’. Cuando aceleraba se prendía más aceite. Pero mientras el fuego estuviese de ese lado y no pasara hacia el otro donde estaban los carburadores y los caños de nafta, el peligro era relativo. Eso es saber de mecánica. Me saqué los cinturones, trabé la puerta, busqué a los bomberos y dije ‘donde se complique, paro’. Tuve suerte, se la bancó, se quedó sin aceite a tal punto que bajaron la bandera y explotó el motor. Quedó a la vista como que ‘este es un loco’. No digo que sea normal, pero, sabiendo de mecánica, seguí. Supe en esos casos que el auto se la iba a aguantar y que a lo sumo iba a perder algunas posiciones”, relató en una entrevista con Infobae.
Claro está que este suceso es simplemente una pequeña muestra del interminable legado que dejará el Flaco en el deporte nacional. Su figura será por siempre sinónimo de velocidad y pasión.